Mar Menor Coastal

Promoviendo iniciativas costero-rurales sostenibles en el Mar Menor y Campo de Cartagena

Entrevista a Raquel Luján Soto: Monitorización y evaluación participativa para apoyar las transiciones hacia modelos agrícolas sostenibles

Actualmente la Dra. Raquel Luján Soto trabaja en el Grupo de Conservación de Suelos y Aguas del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC). Antes ha colaborado en varios proyectos de investigación en relación a la agroecología y restauración de agroecosistemas degradados en diferentes partes del mundo. En esta entrevista Raquel comparte sus experiencias con la monitorización y evaluación participativa para apoyar las transiciones hacia modelos agrícolas más sostenibles. Puedes encontrar más detalles sobre su investigación en esta publicación científica (libre acceso).

¿Podrías explicarnos en qué consiste la Monitorización y Evaluación Participativa?

La Monitorización y Evaluación Participativa es una metodología que se enmarca dentro de la Investigación Acción Participativa.

La Investigación Acción Participativa propone democratizar la creación de conocimiento poniendo el foco en las necesidades reales de las comunidades que participan en la investigación, de forma que se fomente el aprendizaje social y se empodere a dichas comunidades en el cambio de sus propias realidades. En los procesos de Investigación Acción Participativa todas las personas interesadas, científicas y no científicas, se involucran activamente en la investigación, con el objetivo de comprender mejor y resolver cuestiones de interés común para todas las partes involucradas. La Investigación Acción Participativa propone modos horizontales de relación entre agricultoras/es, investigadoras/es, extensionistas rurales, personal técnico, etc., basándose ​​en la idea de que la investigación debe desarrollarse con las personas a través de un “diálogo de saberes” y el reconocimiento y respeto de las comunidades rurales, sus saberes y su manera de relacionarse con el campo y la naturaleza.

Monitorizar significa hacer un seguimiento de los impactos de diferentes manejos sostenibles a lo largo del tiempo. Evaluar implica validar, contrastar, interpretar y discutir los resultados recogidos en el proceso de monitorización. En la Monitorización y Evaluación Participativa de manejos sostenibles de la tierra, tanto agricultoras/es como investigadoras/es participan en un proceso iterativo de investigación que incluye la definición conjunta de objetivos de investigación, la puesta en práctica de los diferentes manejos sostenibles, la recopilación de datos científicos y de observaciones locales, el intercambio de información sobre las diferentes experiencias de manejo, y la discusión conjunta de los resultados por parte de agricultoras/es e investigadoras/es, extensionistas, y cualquier otro agente involucrado en la monitorización.

¿Cuáles son las ventajas de la Monitorización y Evaluación Participativa frente a un modelo más clásico de hacer ciencia?

Las ventajas de realizar la Monitorización y Evaluación de manejos sostenibles de la tierra de forma participativa son muchas. Por una parte, se fomenta que las agricultoras/es participantes aprendan de sus propias experiencias mediante la autoevaluación de sus manejos y la reflexión sobre los impactos generados, por ejemplo, sobre la mejora de la calidad de sus suelos, el incremento de la biodiversidad de sus fincas, el control de la erosión, o la mejora del rendimiento y del estado nutricional de sus cultivos. Realizar la monitorización de forma participativa también facilita que las y los agricultores aprendan unas/os de otras/os sobre sus experiencias con los diferentes manejos, compartiendo, por ejemplo, qué funciona bien, qué no funciona tan bien, y cómo han solucionado los retos ante los que se han ido encontrando. Además, también permite integrar y contrastar las observaciones de campo y el conocimiento local, con resultados técnicos y conocimiento científico, hecho que puede ayudar a generar confianza sobre la eficacia de los diferentes manejos evaluados, y así poder adaptarlos, o elegir cual implementar, de forma que se consigan los mejores resultados. En definitiva, la generación de comunidades de aprendizaje de agricultoras/es, investigadoras/es y otros agentes, donde se facilita el intercambio y la difusión de información sobre manejos sostenibles de la tierra y que fomentan la interfaz ciencia-práctica, tienen un gran potencial para estimular el aprendizaje social, la co-innovación y la co-creación de soluciones, y servir de apoyo para que más agricultores inicien la transición hacia sistemas agrícolas más sostenibles.

¿Cuáles son los retos principales para la investigación participativa?

 Conseguir que un proceso de Monitorización y Evaluación Participativa surta efecto, conlleva múltiples factores. Este tipo de investigaciones suele requerir tiempo, sobre todo inicialmente, para definir conjuntamente las preguntas de investigación, los objetivos a conseguir, negociar y llegar a consensos sobre el proceso de investigación per se, etc. No obstante, dedicar tiempo en el co-diseño de la investigación entre todas las participantes tiene como potencial resultado la generación de relaciones de confianza y de colaboración sólidas, así como de sinergias entre agricultoras/es e investigadoras/es que serían difíciles de conseguir con formas más clásicas de hacer investigación. En la investigación acción participativa se valora mucho el proceso de investigación per sé y los aprendizajes que se dan en ese camino, no sólo la consecución de objetivos finales.

Además, el hecho de trabajar con experiencias agrícolas reales, y de que las agricultoras/es sean co-investigadoras/es en todo el proceso, lleva consigo varias incertidumbres. Por ejemplo, en el campo no se pueden controlar las condiciones ambientales como en un invernadero o en un laboratorio. Por consiguiente, la elaboración de conclusiones sólidas en base a la observación de tendencias puede tardar más tiempo en producirse. Trabajar con personas también conlleva incertidumbre ya que diferentes circunstancias pueden condicionar su disponibilidad para participar. Por ello, para desarrollar investigaciones de “ciencia con la gente” se requiere de una gran flexibilidad para adaptarse a cambios no esperados, además de precisar de un gran conocimiento sobre diferentes recursos metodológicos en investigación participativa, así como de habilidades y experiencia en facilitación de procesos grupales con el fin de favorecer el encuentro, la reflexión conjunta y la elaboración colectiva de hallazgos, apoyando a las comunidades en la adopción a largo plazo de manejos agrícolas sostenibles.

De forma breve, la adopción de manejos agrícolas sostenibles generalmente implica procesos de aprendizaje basados en la puesta en práctica, ensayo y error, de los diferentes manejos. Estos procesos no son inmediatos, conllevan incertidumbre, e implican costes económicos y necesidad de recursos. Sin embargo, los proyectos de investigación están limitados a ciclos cortos, generalmente de 4 años, y a la presentación de resultados, lo que ha favorecido la apuesta por investigaciones y soluciones cortoplacistas, que generalmente son insuficientes y no abordan las causas subyacentes de los problemas de degradación de la tierra que venimos arrastrando varias décadas, y que no consiguen que las comunidades de agricultoras/es modifiquen sus manejos y transiten hacia modelos de agricultura sostenible a largo plazo. En cambio, la investigación participativa puede ayudar a las comunidades de agricultoras/es a transitar hacia sistemas más sostenibles, basándose en resultados de monitorización a más largo plazo y más representativos.

Tu trayectoria científica está vinculada a la investigación participativa de manejos sostenibles de la tierra. ¿Podrías contarnos ejemplos de proyectos concretos en los que hayas participado y cuáles han sido sus resultados?

En España, por ejemplo, he desarrollado mi tesis doctoral en base a un proyecto de Monitorización y Evaluación Participativa en Agricultura Regenerativa en el sureste peninsular, en lo que se denomina altiplano estepario, y que integra las provincias de Murcia, Almería y Granada. En este proyecto hemos participado investigadoras/es del CEBAS-CSIC y de la Universidad de Córdoba, y 12 agricultoras y agricultores de la Asociación AlVelAl, que han implementado diferentes manejos de Agricultura Regenerativa en sus fincas de almendros. Durante algo más de 3 años, investigadoras/es y agricultoras/es hemos monitorizado y evaluado de forma conjunta 4 manejos regenerativos que incluyen: 1) laboreo reducido con abono verde, 2) laboreo reducido con enmiendas orgánicas (compost, estiércol, bokashi…), 3) laboreo reducido con abono verde y enmiendas orgánicas, y 4) no laboreo con cubiertas naturales permanentes y enmiendas orgánicas. Los resultados obtenidos por parte de las/os agricultores sobre los diferentes manejos mediante el uso de un manual de evaluación visual del suelo integrando indicadores locales complementaron los resultados obtenidos por parte de las investigadoras/es en laboratorio utilizando indicadores técnicos. Por ejemplo, los análisis en laboratorio permitieron ver cambios en la mejora de la calidad del suelo y del estado nutricional de los almendros que no fueron apreciables a simple vista. Del mismo modo, las observaciones y experiencias de las/los agricultores en campo fueron necesarias para complementar e interpretar los resultados obtenidos en laboratorio. De forma breve, observamos que los manejos que incluyen una cubierta vegetal, ya sea abono verde o cubiertas naturales, ayudan a mejorar la estructura del suelo, mientras que los manejos que incluyen enmiendas orgánicas ayudan a mejorar las propiedades químicas y biológicas del suelo, o, dicho de otra forma, su fertilidad. Además, los manejos que incluyen ambas prácticas mostraron los mejores resultados de restauración de la calidad del suelo, incluyendo propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. Todos los manejos regenerativos evaluados mejoraron la calidad del suelo sin comprometer el estado nutricional de los almendros.

Más allá de los resultados obtenidos sobre los diferentes manejos regenerativos, las/los agricultores participantes en la investigación destacaron la monitorización participativa como un proceso de aprendizaje que les ayudó a ver sus suelos y sus esfuerzos de restauración de manera diferente, y que facilitó la creación de relaciones de apoyo y el desarrollo de habilidades. Observamos que después de 3 años de monitorización y evaluación participativa, las agricultoras/es participantes presentaron una comprensión común más compleja y amplia de los impactos y beneficios de la Agricultura Regenerativa, y fortalecieron y ampliaron sus redes de intercambio de información sobre agricultura regenerativa, principalmente con otras/os agricultores de su entorno, generando un efecto contagio que puede facilitar que un mayor número de agricultoras/es adopten manejos regenerativos y se beneficien indirectamente del proceso de monitorización y evaluación participativa.

Estamos en años de cambios con el lanzamiento del Pacto Verde Europeo y de la cercana entrada en vigor de la nueva PAC. ¿Qué novedades traen y qué papel pueden jugar los procesos de monitorización y evaluación participativa en el contexto del Campo de Cartagena y del Mar Menor?

Entre las novedades que trae la nueva PAC cabe destacar un mayor nivel de ambición en materia de medio ambiente y de acción por el clima, contribuyendo a los objetivos del Pacto Verde Europeo como reducir el uso de pesticidas de síntesis química, de fertilizantes y antimicrobianos, aumentar la superficie de agricultura ecológica, y proteger y recuperar la biodiversidad. Además, también incluye un trato más equitativo hacia las pequeñas y medianas explotaciones familiares mediante una mejor orientación de las ayudas, y facilita la incorporación de jóvenes y la reducción de la brecha de género en el sector. De hecho, el enfoque de género por primera vez figura entre los objetivos de la PAC y será España el primer Estado que lo traduzca en un incremento de un 15% de los pagos directos para mujeres titulares o cotitulares de explotación en la sección de Ayuda a jóvenes.

Dentro de los Tipos de ayudas Directas a la Renta de la Nueva PAC 2023-2027 están los Eco-Regímenes, con una dotación de más de 1100 millones de euros al año, lo que supone el 23% de las ayudas directas totales. Estas ayudas impulsan el compromiso de cumplimiento de alguna práctica agraria medioambientalmente más ambiciosa que la línea de base que representa la condicionalidad, apostando por prácticas de manejo sostenibles enmarcadas en la agroecología y en la agricultura baja en carbono.

Sin embargo, conseguir los retos propuestos por el Pacto Verde Europeo no es fácil y requiere cambios importantes en los modelos agrícolas. En el ámbito del campo de Cartagena y del Mar Menor, además de las ayudas económicas y los Eco-Regímenes propuestos en la nueva PAC, un proceso de monitorización y evaluación participativa podría ser fundamental para conseguir esta transición. Un proceso de monitorización y evaluación participativa podría por ejemplo apoyar en la implementación de las medidas de agricultura sostenible propuestas por los diferentes actores que han participado en COASTAL como, por ejemplo, la implementación de cubiertas vegetales, rotaciones, diversificación de cultivos, barreras vegetadas, y la reducción del uso de fertilizantes sintéticos. La monitorización y evaluación participativa, en base a resultados científicos y observaciones de los propios agricultores del Campo de Cartagena, ayudaría al diseño de estos manejos, y facilitaría su adopción, de manera que el rendimiento y la sostenibilidad económica, agrícola, ambiental y sociocultural de las explotaciones agrícolas, y de la región en general, no fueran excluyentes.

Finca Regenerativa en Hernán-Valle (Granada) participando en el proyecto Monitorización y Evaluación Participativa que forma parte de la tesis doctoral de Raquel Luján .

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